En 1918, Lenin proclamó que Rusia pasaba a ser un país oficialmente ateo, porque los comunistas, ya con el poder supremo en sus manos, no creían en Dios. Por
tanto, uno podría esperar que los comunistas criollos no compartan el espíritu navideño y eso vuelve más extraño el hecho de que en esta Navidad del 2022 le hayan regalado al Presidente Boric el
más enorme presente, como es la visa para un acuerdo de nuevo procedimiento constitucional que sepulta definitivamente el programa refundacional que lo llevó a la Moneda.
Si es que es verdad que el acuerdo constitucional suscrito en el Congreso Nacional se hizo posible por un entendimiento del Presidente Boric con el Senador Macaya
(UDI), el regalo navideño que le hizo el PC a su presidencial aliado es de una enormidad que jamás pensé que fuera posible. Porque, para ese partido, el acuerdo logrado y por él
suscrito implica la abdicación de sus más preciados anhelos y el abatimiento de su principal bandera. A tal punto es así, que lo ocurrido representaría la peor derrota del comunismo en
muchos años y muy bien podría causarle una irreparable división.
La centenaria política del PC en Chile siempre ha sido evitar el aislamiento político y no permitir que surja una izquierda organizada a su izquierda, y que por eso
pueda disputarle el liderazgo del llamado proletariado. Esta vez, como nunca antes, para apoyar el acuerdo Boric – Macaya, el PC acepta que el programa de cambios profundos con que Boric
llegó a la Moneda está muerto y sepultado y que es muy dudoso que la montonera que significa el Frente Amplio vaya a seguir dócilmente lo que ha hecho la Moneda.
Todas esas realidades invitan a analizar, separada y cuidadosamente, dos hechos políticos fundamentales: ¿Por qué Boric se mueve tanto hacia la derecha como para
descolocar a toda su base política? ¿Por qué el PC lo acompaña en esta insólita aventura?
A la primera de estas preguntas cabe responder que, pasadas algunas semanas, el Presidente asumió la magnitud de la derrota del 4 de septiembre y que, por eso, se
inclina hacia lo que la gran mayoría nacional desea y que está muy lejos de ser la refundación que él pretendió liderar. Puesto en la misma situación de Allende tras el paro de Octubre del
72 y de la derrota parlamentaria de principios del 73, Boric decidió asegurar su estabilidad en el cargo presidencial por sobre “el avanzar sin transar”, que a ese presidente le costó el mando y
la vida. En palabras simples, eligió ser uno más del montón de los del periodo completo a ser un adalid ultra izquierdista con estatua en las grandes avenidas.
La segunda pregunta es la más difícil de contestar. Hay quienes afirman que siempre un regalo tiene alguna razón utilitaria para el donante. Puede ser
una ventaja avizorada en un futuro no inmediato, o puede ser el simple deseo de no ser el único aguafiestas. En este caso, el precio del regalo es tan grande para el donante que no admite
una explicación tan ingenua. Eso conduce a pensar que el PC tiene un plan para demostrar que el paso dado por Boric es de tal modo repudiable para su base de apoyo que tendrá que recaer en
los brazos comunistas para salvarse de un peligro peor, que es el de convertirse en un convidado de piedra en el futuro nacional. Sin duda que el tiempo, y seguramente muy corto, nos dirá
si esa es la verdad del nuevo escenario.
Desde el punto de vista de la mayoría sensata de la nación, el acuerdo parlamentario es un alivio porque demuestra que su clamor expresado en las urnas del 4 de
septiembre encontró en la Moneda el oído atento que cabe esperar de todo mandatario. Y eso sería algo muy positivo a no mediar circunstancias muy especiales. El gobierno de Boric
nació para implementar un cambio profundo en la sociedad chilena y eso es su única razón de ser. Ya Sebastián Piñera se vio obligado por el clamor popular a sobrevivir dos tercios de su
mandato en un vació de poder y de programa, pero no tenía todavía encima una crisis sistémica como la que enfrenta esta administración, de modo que no parece posible que Chile resistiera sin
desarmarse tres años y medio de un no gobierno, como sería el de Boric, distanciado de su base política que, le guste o no, está esencialmente constituida por quienes no están de acuerdo con el
paso que ha dado.
Por todas las razones expuestas es que es fácil pronosticar un verano políticamente muy ardiente en que habrá que observar atentamente lo que ocurre en todas las
tiendas políticas que de alguna manera siguen afines al régimen. Durante este periodo, no sería extraño que el regalo comunista a Boric que trajo esta Navidad sea de aquellos sobres que, al
abrirse, explotan en la cara. En todo caso, creo que podimos gozar de un periodo navideño más aliviado de lo que estábamos antes del sorpresivo acuerdo cocinado entre la Moneda y el
Congreso. La ciudadanía lo recibió como un presente navideño, pero todavía no abre el paquete y eso muy probablemente demuestre traer una gran sorpresa.
Orlando Sáenz