Pocos días antes de la Navidad de este duro año 2023, los sufragantes chilenos tendremos la oportunidad de preparar el mejor regalo que le podemos hacer a nuestra
querida patria. Ese regalo, Dios mediante, será el de una nueva constitución política del estado que disipe incertidumbres, establezca una institucionalidad estable y para muchos años
y permita que el país reanude una dinámica de desarrollo y modernización como la que nunca debió abandonar. Y ese regalo, el más precioso de todos, será posible si aprobamos masivamente el
proyecto constitucional elaborado por la Asamblea estable que nuestro pueblo logró constituir.
Para alcanzar esa ambiciosa meta, tenemos que comenzar por entender que el día 17 de diciembre no vamos a votar para aprobar el proyecto constitucional unificante
que todos soñamos, si no que vamos a elegir o el proyecto elaborado por la comisión o la mantención de la ya destartalada constitución de 1980. Bastaría la debida comprensión de eso
para determinar un “Apruebo” que es lo único razonable para cualquiera que utilice debidamente su buen criterio. Y hay muchas razones, que pasaré a analizar, para demostrar que lo peor que
le puede ocurrir a Chile en este evento es ratificar una constitución del pasado que ya no corresponde a los tiempos que vivimos y que, además, se ha desquiciado en muchísimos
aspectos.
Comencemos por comprender que el nuevo proyecto constitucional es uno razonable, tranquilizador y suficiente para impulsar una nueva dinámica de desarrollo
nacional. Por eso es que sería un grueso error estimar que en diciembre tenemos que elegir entre dos malas perspectivas. El nuevo proyecto, que además es muy perfectible a lo largo de
su vigencia, ciertamente que no será “la casa común” que hemos soñado, pero ese objetivo no es hoy alcanzable con proyecto alguno dado que en el país conviven hoy sectores que corresponden a dos
civilizaciones incompatibles entre sí. Basta la sola comprensión de esto para entender la mayor de las virtudes que conlleva el nuevo proyecto, cual es la de asegurar que Chile seguirá
siendo una nación adscrita a la cristiandad libertaria y democrática que lo vio nacer y desarrollarse.
Dejando en claro que el voto del “Apruebo” sirve principalmente para ratificar la identidad de Chile y recrea una institucionalidad que garantiza la estabilidad de
las reglas del juego económicas, políticas y sociales, invito a mis lectores a esclarecer las razones por las cuales la extrema izquierda chilena protagonizará la más increíble de las
contradicciones, como es preferir la vigencia de la antigua constitución de 1980 que se ha pasado casi medio siglo denigrando. ¿Por qué la extrema izquierda marxista se pronunciará por el
“Rechazo” que dejaría vigente la antigua constitución y arrastrará al oficialismo todo, incluyendo al Presidente Boric, a adoptar una postura que ahondará su inmovilidad?
Para comprender tamaña inconsecuencia tenemos que aceptar el hecho que al pronunciarse ahora por el rechazo la extrema izquierda no hace más que expresar una
determinación que surgió el mismo día en que la nueva Convención Constituyente fue electa. Nunca la izquierda tuvo opción alguna distinta que el rechazo, porque cualquier proyecto
constitucional que surgiera de esa Convención estaría muy lejos de ser la que el oficialismo desearía y la prolongación de la vigencia de la Constitución de 1980 a lo menos ofrece la oportunidad
de derogarla alegando que el mandato popular para ello ya fue consagrado al abrir el nuevo proceso constituyente. Para la extrema izquierda, la razón del rechazo no es otra que la
vulnerabilidad de la constitución de 1980, la que a lo menos le permitiría reanudar su demolición del pasado que es la que ha estado implementando por más de medio siglo. En cuanto al
rechazo que seguramente promoverán también los partidos de la llamada Izquierda Democrática, no es más que la confirmación de que se han convertido en un ya insignificante “vagón de cola” del
marxismo – leninismo.
Aclarado todo esto, conviene repasar las principales razones para votar “Apruebo” el 17 de diciembre. Su resumen es el siguiente:
* Porque es lo único coherente con las cifras de votación con que fueron electos los convencionales que redactaron el texto.
* Porque el proyecto es razonable, superior a la constitución anterior y reafirma los valores clásicos que son consustanciales con Chile.
* Porque una nueva constitución masivamente aprobada garantiza una seguridad jurídica para planificar varios decenios de crecimiento nacional.
* Porque su aprobación será otra oportunidad para decirle al gobierno actual que lo consideramos la peor calamidad que ha afligido a nuestro país en toda su
historia republicana.
* Con la nueva constitución podremos colocar en la Moneda a gobiernos que verdaderamente tengan instrumentos para atacar a fondo los principales problemas que hoy
afligen a Chile, como son la insurrección mapuche, la delincuencia desatada, la violencia como forma de manifestación política, la expulsión de delincuentes que han entrado clandestinamente al
país y la inflexible vigencia de la ley y el orden.
* Porque es una constitución que nos permitirá arrinconar a la cultura alienígena del marxismo – leninismo hasta librar a Chile de su ponzoña.
* Porque nos permitirá iniciar con poder suficiente la modernización del estado chileno hasta crear uno capaz de cumplir su rol fundamental de soberanía y
satisfacer a cabalidad su rol de erogador de la riqueza del país.
Todavía hay varias otras buenas razones para votar “Apruebo” el 17 de diciembre, al punto de hacer incomprensible un voto distinto de cualquiera que haya votado por
el “Rechazo” en el referéndum de septiembre de 2022.
Es por todo lo anterior y porque amo a mi patria que invito a mis lectores a unírseme en un vigoroso apoyo al nuevo proyecto constitucional. Todos debemos
comprender que ese día 17 de diciembre no valdrán escusas para no concurrir a las urnas a darle poderosa vigencia al nuevo proyecto. Les puedo asegurar que yo me sobrepondré a mis muchas
deficiencias físicas para saltar de la cama ese día y concurrir con mi granito de arena a preparar el mejor regalo de Navidad que puede recibir nuestro Chile.
Orlando Sáenz