Manchando el curriculum


El paso de gran economista a gran político ha sido siempre muy difícil en Chile.  Si la memoria no me falla, el único caso en que el Ministerio de Hacienda pavimento el camino a la Presidencia de la Republica en los tiempos modernos, fue el de Don Jorge Alessandri.  En cambio, la lista de los casos en que ese paso no resultó exitoso contiene varios nombres importantes, como el de Gustavo Ross Santa María, Carlos Vial Espantoso, Pedro Vuskovic, Raúl Sáez, Alejandro Foxley, Hernán Büchi, Andrés Velasco, etc.  Por eso es que he estado muy atento a la trayectoria del Ministro Mario Marcel, porque ha tenido el privilegio de convertirse en muy poco tiempo en casi el único flotador rescatable del entorno que rodea al vacilante Gabriel Boric.  Cuando utilizó la palabra “flotador”, estoy aludiendo a alguien que mantiene credibilidad y seriedad dialogante a la hora de entenderse con fuerzas opositoras. 

Sin embargo, en los últimos tiempos el Sr. Marcel ha demostrado no tener condiciones para moverse en el campo político, aspecto que sigue siendo fundamental para todo el que pretenda acercarse a la Moneda en ánimo no turístico.  Sin ir más lejos, en las últimas semanas el Ministro Marcel ha sufrido dos incidentes que han manchado significativamente su curriculum.  Conviene analizar estos dos tropiezos y proyectarlos en su verdadera dimensión.

El primero de ellos ha sido el de su estrategia para viabilizar un reingreso exitoso de la reforma tributaria que pretende el gobierno Boric.  El camino de “ablandar” al sector de la oposición política a través de un acuerdo previo con el empresariado fue un graso error que revela un desconocimiento de cómo funciona el aparato empresarial en Chile, cosa que es inaceptable hasta en el nivel del puro Ministerio de Hacienda.  No es un error tan inesperado, porque el Sr. Marcel pertenece a esa clase de burócratas públicos que generalmente tiene una visión algo mitificada de cómo funciona el empresariado.  Se lo imagina regido por una serie de opulentos señores que conforman una especie de mafia que en secreto mueve sus piezas en busca de preservar intereses oscuros y egoístas.  Pero ocurre que eso es una caricatura que tal vez tuvo algo de realidad hace un siglo, pero que hoy día no tiene ninguna.  Es ignorar lo que el empresariado aprendió con la experiencia del intento marxista de convertir a Chile en una Cuba del Sur bajo el gobierno de Salvador Allende.  En esa durísima experiencia el sector empresarial aprendió a pensar políticamente por sí mismo, a contemplar el beneficio general como un valor indispensable, a mantener rigurosamente un camino propio en que la unidad es fundamental y eso implica una total independencia de los partidos de derecha tradicionales. Por todo ello, pretender influenciar en uno con acuerdos previos con el otro es una insensatez que solo denota ignorancia.

El segundo error del Ministro Marcel, y mucho más grave que el primero, fue el de reprocharle al sector empresarial una rigidizacion de su postura frente a un proyecto de reforma tributaria en relación a lo que en alguna ocasión anterior estuvo dispuesto a conceder en la materia.  ¿Es que el Ministro Marcel no advierte lo ocurrido entre las fechas que menciona? Cuando el empresariado estuvo dispuesto a considerar un aumento impositivo a los traspasos del sector privado al estado, no había ocurrido lo de los casi cien mil “compadres políticos” inútiles que su gobierno incorporó a los gastos del presupuesto, no había ocurrido el dispendio del gobierno para capitanear la campaña por el “Apruebo” del estúpido proyecto constitucional de la Convención que su propia coalición se encargó de arruinar, no había ocurrido la transformación de la Moneda en agencia de viajes competencia de Cocha, no había ocurrido  el actual show del partido de Giorgio Jackson, el apóstol de la nueva moral superior.  ¿Cree el Ministro Marcel que todo eso no justifica la total repugnancia a otorgarle más recursos tributarios a un gobierno que dispensa los que ya tiene en una forma tan irresponsable  y rateril?   Si el Ministro Marcel tuviera un mínimo de criterio político, sabría desde ya que en este momento “no está el horno para bollos” y tal vez no lo esté hasta que llegue a la Moneda un gobierno más responsable y probo.

Con todo, soy de los que opina que la falta de presteza política del Sr. Marcel se hizo notoria cuando aceptó manejar una política económica neocapitalista con una base de gobierno como la que tiene Boric.  ¿Es que el ministro nunca leyó el manifiesto del Partido Comunista?  ¿Es que no sabe que el neomarxismo latinoamericano basa su plataforma en la destrucción del sector privado en la economía? ¿Es que no se da cuenta de que será puesto a un lado en cuanto su gestión se demuestre ineficaz porque en su base conlleva una contradicción?  El mayor error del ministro no fue el de negociar con el empresariado antes que con la oposición política.  Tampoco fue el de decir una tontería tan grande como el reproche que hizo al fracasar esa tratativa.  Su mayor error fue asumir el Ministerio de Hacienda en un gobierno liderado políticamente y sin contrapeso por el Frente Amplio y el Partido Comunista.

En esas condiciones, la incursión de Mario Marcel en la escena política solo podía concluir en el menoscabo de su curriculum.  Y en el circo romano que es la política chilena el curriculum es demasiado importante.

Orlando Sáenz