El vacilante gobierno del Presidente Gabriel Boric ha recibido ayudas importantes de los ex – Presidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. En momentos muy
delicados para su gobierno, discretos pero claros mensajes de apoyo han surgido del entorno de estos ex – mandatarios o de ellos mismos, aunque con distintos grados de compromiso. Pero las
vacilaciones y fallas administrativas del actual gobierno necesitan mucho más que eso para trasmitir una certidumbre de eficaces correcciones. Tal vez por eso, es que se prepara un programa
para invocar el refuerzo de la figura de un mandatario tan emblemático como Salvador Allende, por más que él abandonó este mundo hace ya muchos años.
Durante medio siglo, la izquierda, y particularmente la extrema izquierda, se ha esforzado al máximo por convertir en leyenda maravillosa lo que fue el truncado
gobierno de Salvador Allende y, particularmente, exaltando su figura como la de un héroe prodigioso abatido por las fuerzas del mal. Para lograr esto, han realizado una sostenida campaña de
mistificación histórica, pintando como si fuera la antesala de un paraíso lo que en realidad fue el más catastrófico gobierno que hasta ahora registra nuestra república. No cabe duda
que la dramática muerte de Allende ayudó mucho para la tarea de convertirlo en un héroe casi mitológico, a la altura de un Rey Arturo que gobernó esa antesala del paraíso que se tituló
Camelot. Sin embargo, como Camelot nunca existió más que en la fantasía de los trovadores ingleses, así también el supuesto paraíso que habría sido el corto periodo presidencial de Allende
apenas puede encubrir en la imaginación de alguien sin educación lo que en realidad fue un verdadero desastre nacional.
El sábado 15 de septiembre de 1973, y bajo circunstancias muy especiales, me hice cargo de solventar la feroz crisis económica en que estaba Chile al momento de
sucumbir ese presidente. La ruina era tan completa, que habría sido imposible iniciar un gobierno sin la ayuda económica, siempre precaria por lo demás, de algunos gobiernos amigos de
Chile, como fueron inicialmente Estados Unidos, Brasil y Argentina. Debido a esas circunstancias, puedo dar fe de mis palabras porque llegué al escenario antes que los trovadores de la
extrema izquierda iniciaran su labor de mistificación.
Inicialmente, la falsificación histórica trató de convertir el suicidio del Presidente Allende en un asesinato perpetrado por algún militar chileno. Así lo
afirmó durante años el propio Fidel Castro, hasta que una declaración de Miriam Contreras le quitó todo el piso a esa falsedad (lo que le costó a ella la pérdida del apoyo que Castro le había
otorgado siempre). Pero el hecho de que el desdichado Presidente Allende se haya suicidado, no significa la carencia de terceros que lo empujaron a esa trágica determinación. ¿Quiénes
le crearon a Salvador Allende un escenario que no tenía más salida que el suicidio? Si bien no existe un nombre propio preciso, sí que existe el slogan que le cerró a ese presidente el
camino del cambio de rumbo de su desastroso gobierno, cambio que seguramente le habría salvado la vida y hasta el saldo de su término constitucional. Ese slogan asesino acaba de asomar en
el panorama político chileno, ahora aplicado al gobierno de Gabriel Boric, y no es otro que el de “avanzar sin transar.
Es este el slogan que mejor define la praxis y el ideario del Partido Comunista, y el que mejor revela su naturaleza antidemocrática. En una democracia como
la chilena, los mandatarios corrigen rumbos cuando se evidencia que una mayoría nacional desea tal cambio. Esa demostración la recibió el Presidente Allende con el gigantesco movimiento que
paralizó al país durante seis semanas a fines de 1972 y la ha recibido Gabriel Boric con el resultado del plebiscito del 4 de septiembre de 2022 que su propia participación convirtió en un
referéndum sobre su gobierno y su programa y que había quedado bien reflejado en la propuesta constitucional en votación. En el caso del Presidente Allende, la increíble imprudencia de
haber asumido el “avanzar sin transar” cuando ya tenía militares en su propio gabinete, selló su fatal destino. Pensando en Chile más que en él mismo, es de esperar que si el Presidente
Boric no se deje empujar por los comunistas a ignorar la voluntad mayoritaria de la nación y corrija rumbos en lugar de empecinarse en una refundación nacional que no solo es insensata si no que
claramente impracticable.
Este año 2023 marcará el cincuentenario del ominoso suicidio del Presidente Allende, y ya la izquierda, especialmente la extrema izquierda, prepara el aquelarre con
que pretende clavar en la historia la leyenda de Camelot con que pretende vestir a un gobierno desastroso en que lo único heroico fue la muerte del mandatario. La verdad es que, si hubo
alguien que empujó a ese mandatario a quitarse la vida, hay que buscarlo entre los que lo inmovilizaron con el slogan “avanzar sin transar” que ya vocifera el PC en los oídos del actual
presidente.
Todo lo que he señalado muestra la cautela que debería imperar al momento de tratar de convertir a Gabriel Boric en el glorioso continuador y heredero de la tarea
que se había impuesto el Presidente Allende. La leyenda que se ha tejido en su entorno es demasiado frágil como para incitar a Boric a ahondar un camino que ese predecesor siguió porque
solo conduce a la tumba.
Orlando Sáenz